El barrio de Recoleta es probablemente el más tradicional y distinguido de la ciudad de Buenos Aires. En una irregular cuadra trazada por las calles Parera, Quintana, Alvear y Libertad, se encuentran algunos de los edificios de departamentos de mayor demanda, calidad arquitectónica y valor inmobiliario de esta enorme ciudad. Durante 2 años alquilé un departamento cuyos ventanales traseros, hacia el contrafrente, desnudaban el interior de muchos de ésos edificios. Docenas de ventanas se iluminaban cada noche para revelar a quien quisiera ver los rituales de vida de uno de los barrios más importantes de la ciudad. Las escenas nocturnas confirman un fenómeno demográfico que se desarrolla en este insigne barrio: envejece sin remedio. En los inmensos y magníficos departamentos en los que habitaron tradicionales y extensas familias de la ciudad viven hoy matrimonios de avanzada edad, viudas y en algún caso nuevos vecinos -propietarios o inquilinos- de Recoleta. Sus días pasan sin el brillo de otras épocas, tanto porque los cambios políticos y económicos del país llevaron las nuevas fortunas hacia otros sectores de la ciudad, como por el inexorable paso del tiempo.

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