Vivir en la ciudad, desde la antigua Roma hasta la Buenos Aires contempor谩nea, ha sido una ingobernable aspiraci贸n humana.
En su imaginario est谩 la posibilidad de forjar una identidad para el peregrino sin ra铆ces, y de asegurar la propia supervivencia mediante un conjunto de normas.
Ciertas ciudades han sido rotundos refugios para sus ciudadanos; algunas, con sus cl谩usulas, han lavado identidades y tradiciones; otras han sido boca de lobo para inocentes y desprevenidos.
Sociedad Ann贸nima, en la tradici贸n del retrato callejero, y utilizando una dram谩tica iluminaci贸n natural, soslaya todo elemento que distraiga la atenci贸n de los ciudadanos, eximios, aprendices e ilusionados.